Crónica: ROGER WATERS (Madrid 24-05)

Pink Floyd es de esas bandas que el paso del tiempo no hace sino agrandar su leyenda, de esas que admira gente de todas las generaciones, la gente que vivió su legado in situ y aquellos que nos conformamos con haber leído mil reportajes y que tenemos discos que nos doblan en edad en nuestro altar de grandes joyas. Desde hace unos años, después de que David Gilmour, Nick Mason y el fallecido Richard Wright dieran carpetazo al grupo como tal al acabar la gira de "The Division Bell" (1994) el señor Roger Waters es el que mantiene más viva la llama con sus tours mastodónticos remorando los grandes hits de su dorada década de los 70. Que si, que venia con un disco nuevo debajo del brazo, pero nos daba a todos igual, seamos sinceros.


La gira Us + Them es una bendición caída del cielo para los fans de mi quinta (milleanials y eso) que lo único que habíamos catado (yo en concreto no, pero si muchos otros) era la gira de 2010 interpretando el "The Wall" de cabo a rabo, que nadie va a dudar ahora de la valía de ese disco, pero la cantidad de himnos que se quedaban fuera era del tal magnitud que realmente dolía. Así que una vez visto el setlist de este 2018 no tardé más de 5 minutos en abrir el Ticketmaster y gastarme unas decenas de euros (los precios de entradas de conciertos de pabellones/estadios están a un precio que asusta, pero eso da para otro reportaje)

La primera de las noches en el Wizink Center madrileño era la que se suponía que tendría una menor afluencia de público (es lo que tiene ser jueves) dado que el para el viernes estaba todo absolutamente agotado. A una hora de abrir las puertas aquello estaba tranquilo, se nota que la media de edad de los asistentes era probablemente superior a la cuarentena, nada que ver con meterse en una cola para ir a ver a Rammstein o a System of a Down vamos. Una vez dentro se podía ver el despliegue que nos esperaba, entre la pantalla principal del escenario y la que se desplegaría para la segunda parte del show por todo el medio del recinto, pocas veces más podré ver un concierto con semejante montaje. Opté por quedarme en el lateral para poder disfrutar de la exhibición visual en todo su esplendor, esto no era un concierto para comerse la valla ni meterse en el mogollón por amor al arte.

A las 21.00 el tito Roger nos puso la imagen de una chica en la playa, 20 minutos, que igual hubieran llegado 10, pero bueno no nos vamos a poner quisquillosos, sobre todo porque cuando se apagan las luces y empieza a sonar "Breathe" seguido de una muy rockera "One of These Days" ya te da igual todo. Una de mis grandes favoritas como es "Time" fue la siguiente en caer y en ponerme los pelos de punta, porque meterse en un pogo de Slayer o Heaven Shall Burn está genial, pero escuchar estas bellezas mientras cierras los ojos no se le queda atrás, es lo bonito del abanico estilístico del rock. Los músicos que acompañaban al protagonista eran unas putas fieras todos, encabezados por el doble de David Gilmour (fisicamente es igual) en la época del "Animals" Jonathan Wilson.

El volumen de este primer acto era a nivel de ecualización perfecto pero le faltaba un punto de volumen para mi gusto, y como mucha gente va a contar lo que hizo durante el día (la dispersión de la gente que va a hablar y a estar con el móvil también da para otro artículo) a su colega en vez de prestar atención pues hubo unos cuantos rifirrafes de gente mandando callar a otra de no muy buenas maneras. "The Great Gig in the Sky" con un torrente de voz apoteósico de las coristas en el mejor solo vocal (no se si se puede llamar así) de la historia de la música y una hipnótica y futurista "Welcome to the Machine" fueron las últimas antes de llegar al momento más bajo de la noche, las 3 canciones seguidas del nuevo disco "Is This the Life We Really Want?", en las que más de uno y de dos se puso a hacer fotos.

Pero vino la remontada con el "momento Instragram" por autonomasia, el que hizo que muchos soltaran los 85 lereles de la entrada, "Wish You Were Here" seguida por una espectacular "Another Brick in the Wall" en su segunda y tercera parte, que dejo aquello caldeadísimo antes de que se encendieran las luces para un break de 20 minutos, que agradecieron sobremanera aquellos que llevaban 2 litros de cerveza, yo en cambio preferiría no haberlos tenido.

Todas las crónicas comentaban que la segunda parte, cuando se desplegaba todo el potencial de luces y pantallas, era el que de verdad te dejaba con la boca abierta a ras de suelo. Más allá de eso esta parte venía siendo como la mas política y reivindicativa, una oda en contra del poder y los mandatarios, contra esa rueda indestructible donde unos cuantos trajeados dominan el mundo a costa del resto, y claro siendo así aquello no podía empezar de otra forma que plasmando la enorme Battersea Power Station (la famosa fábrica de Animals) por las pantallas centrales del Palacio. La gente estaba con los ojos como platos por lo que esta viendo y ya nos dio un síncope cuando escuchamos "Dogs" y "Pigs (Three Different Ones)" de carrerilla, media hora entre las dos, para muchos el momento álgido de la noche, por el nivel de las composiciones y por la dificultad de ver esas dos canciones seguidas en un setlist (tendría que tirar que hemeroteca para saber hace cuanto no se daba el caso) Con la segunda la burla a todos los mandatarios internacionales y sobre todo al impresentable de Donald Trump fue inmensa, a la que el respetable respondió con una enorme ovación.

Le siguieron antes de entrar en los bises la colección de joyas del "Dark Side of the Moon" que restaban como la siempre efectiva "Money", una emotiva "Us and Them" o el "Brain Damage/Eclipse" con la pirámide de la portada dibujada por lásers, la cual casi todos guardamos para la posteridad con varias fotos, el momento lo valía. Después de un speech presentando a la banda al completo y unas palabras de mucho calado social de Waters se venía el final, y que final, "Mother" a la que hizo pequeñísima la épica "Comfortably Numb" donde la gente se levantó en las gradas de sus asientos, en ella un servidor se emocionó como pocas veces en todos mis años de conciertos a lo largo de la península, porque ese estribillo y ese solo si no te toca la fibra es que es probable que estés muerto. Y así llegaba el punto y final a algo que huele a despedida, porque Roger Waters con sus 74 años y después de esta gira con decenas y decenas de fechas a lo largo y ancho del globo tiene pinta que va a colgar su bajo y su micrófono, pero si lo hace a mi siempre me quedará la maravillosa noche de primavera de 2018 en Madrid, donde alguna vez diré que vi "al de los Pink Floyd"

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