Nuevo disco de los suecos Lancer, el avestruz del Metal (los llamo así por la mascota que aparece en todas sus portadas, un avestruz, algo que... bueno... al menos es original...). Practicantes de una mezcla a caballo entre el Heavy clásico y el Power Metal, más cercano a este último, con influencias muy claras (a veces demasiado) de Helloween, Gamma Ray y, sobre todo en este disco, sus paisanos Hammerfall. La originalidad en su música nunca fue su fuerte, aunque la verdad es que en este género es cosa casi imposible, así que, mientras lo que haces lo hagas bien... ¿A quién coño le importa?
Y sí, Lancer lo hacen bien. A veces se pasan luciendo su influencia Helloweenesca, sobre todo en ese vocalista que seguro que creció escuchando a Michael Kiske 24/7, pero no se puede negar que, para pasar un buen rato de sonidos clásicos con guitarras speedicas, buenas melodías, voz aguda cargada de potencia y ritmos frenéticos típicos del Power Metal, cunden de sobras. La banda, formada por Isak Stenvall a las voces, Fredrik Kelemen y Peter Ëllstrom a las guitarras, Emil Öbergal bajo y Sebastian Pedernera a la batería, se estrena en Nuclear Blast con 11 potentes temas que homenajean el Power Metal de siempre y hacen pasar un buen rato pero en el que se arriesgan a caer en el pozo del olvido en cuanto salga otro disco del género que tenga algo más de chispa.
El disco empieza fuerte con Dead Raising Towers, potente, pegadiza y con cierto aroma entre Hammerfall y los primeros Edguy, más o menos igual que la siguiente, Future Millennia, aunque esta tira por terrenos más veloces y los riffs de guitarra destacan algo más. El tema título, Mastery, con la guitarra y la batería cabalgando juntas, como han hecho toda la vida, hacia un pegadizo estribillo, y Victims of the Nile, un corte a medio tiempo excesivamente alargado, pero con detalles interesantes, nos llevan al que fue el primer adelanto, Iscariot, veloz como los Helloween más primitivos, con la batería y las cuerdas echando humo, cabalgando a toda velocidad y arrasando aldeas o lo que sea que se arrasa a lomos de un avestruz. Si bien es cierto que en la portada de este disco el animal en cuestión ha mutado en el pelo de Medusa y es una mezcla entre serpiente/dragón y avestruz, saliéndose de las cutrísimas (pero simpáticas, ojo) portadas anteriores (en la del Second Storm aparece en modo Terminator y, las cosas como son, fue lo que me animó a escucharlos... no me puedes culpar por querer saber a qué sonaba un avestruz Terminator, colega).
Follow Azrael, un buen tema, más a medio tiempo y con toques a lo Maiden, nos deja con Freedom Eaters, velocidad a tope. Partiendo de una intro de batería a lo Overkill y continuando a toda velocidad y la verdad, tal vez sea cuando Lancer suenan más a otros que a ellos mismos, pero es cuando más me cunden. Ya que me entretenéis, por lo menos hacedlo a toda velocidad, con un par de pelotas. World Unknown, una balada de las de toda la vida, sin mucho que ofrecer aunque bien interpretada, Widowmaker, con un buen riff y poso a lo Hammerfall de nuevo nos llevan al final del disco con Envy Of the Gods, casi 8 minutos con un poco de todo, tal vez excesivamente larga, pero con detalles interesantes y, al igual que en Victims of The Nile, saliéndose un poco de “lo de siempre”.
En definitiva, el disco es realmente disfrutable si te apetece una buena dosis de Power Metal y estás cansado de escuchar siempre a los mismos grupos o quieres añadir un nombre nuevo a tu carpeta de “power metal”. Como cuando te apetece un disco de Stratovarius, te da pereza ponerte el Visions otra vez y recurres al último que, sin ser lo mismo, no está mal. Lancer no cambiarán tu vida ni la de nadie, puede que la suya haya cambiado algo al fichar por Nuclear Blast, pero nada más. Es su tercer disco y hay margen para seguir creciendo, sobre todo ahora que llegarán a muchos más sitios con su nuevo sello discográfico, por lo que espero que en los siguientes trabajos sigan puliendo su sonido para sonar más a Lancer y menos a Hammerfall-Helloween-Edguy, hasta entonces, desgraciadamente, se quedan en un buen entretenimiento.
Y sí, Lancer lo hacen bien. A veces se pasan luciendo su influencia Helloweenesca, sobre todo en ese vocalista que seguro que creció escuchando a Michael Kiske 24/7, pero no se puede negar que, para pasar un buen rato de sonidos clásicos con guitarras speedicas, buenas melodías, voz aguda cargada de potencia y ritmos frenéticos típicos del Power Metal, cunden de sobras. La banda, formada por Isak Stenvall a las voces, Fredrik Kelemen y Peter Ëllstrom a las guitarras, Emil Öbergal bajo y Sebastian Pedernera a la batería, se estrena en Nuclear Blast con 11 potentes temas que homenajean el Power Metal de siempre y hacen pasar un buen rato pero en el que se arriesgan a caer en el pozo del olvido en cuanto salga otro disco del género que tenga algo más de chispa.
El disco empieza fuerte con Dead Raising Towers, potente, pegadiza y con cierto aroma entre Hammerfall y los primeros Edguy, más o menos igual que la siguiente, Future Millennia, aunque esta tira por terrenos más veloces y los riffs de guitarra destacan algo más. El tema título, Mastery, con la guitarra y la batería cabalgando juntas, como han hecho toda la vida, hacia un pegadizo estribillo, y Victims of the Nile, un corte a medio tiempo excesivamente alargado, pero con detalles interesantes, nos llevan al que fue el primer adelanto, Iscariot, veloz como los Helloween más primitivos, con la batería y las cuerdas echando humo, cabalgando a toda velocidad y arrasando aldeas o lo que sea que se arrasa a lomos de un avestruz. Si bien es cierto que en la portada de este disco el animal en cuestión ha mutado en el pelo de Medusa y es una mezcla entre serpiente/dragón y avestruz, saliéndose de las cutrísimas (pero simpáticas, ojo) portadas anteriores (en la del Second Storm aparece en modo Terminator y, las cosas como son, fue lo que me animó a escucharlos... no me puedes culpar por querer saber a qué sonaba un avestruz Terminator, colega).
Follow Azrael, un buen tema, más a medio tiempo y con toques a lo Maiden, nos deja con Freedom Eaters, velocidad a tope. Partiendo de una intro de batería a lo Overkill y continuando a toda velocidad y la verdad, tal vez sea cuando Lancer suenan más a otros que a ellos mismos, pero es cuando más me cunden. Ya que me entretenéis, por lo menos hacedlo a toda velocidad, con un par de pelotas. World Unknown, una balada de las de toda la vida, sin mucho que ofrecer aunque bien interpretada, Widowmaker, con un buen riff y poso a lo Hammerfall de nuevo nos llevan al final del disco con Envy Of the Gods, casi 8 minutos con un poco de todo, tal vez excesivamente larga, pero con detalles interesantes y, al igual que en Victims of The Nile, saliéndose un poco de “lo de siempre”.
En definitiva, el disco es realmente disfrutable si te apetece una buena dosis de Power Metal y estás cansado de escuchar siempre a los mismos grupos o quieres añadir un nombre nuevo a tu carpeta de “power metal”. Como cuando te apetece un disco de Stratovarius, te da pereza ponerte el Visions otra vez y recurres al último que, sin ser lo mismo, no está mal. Lancer no cambiarán tu vida ni la de nadie, puede que la suya haya cambiado algo al fichar por Nuclear Blast, pero nada más. Es su tercer disco y hay margen para seguir creciendo, sobre todo ahora que llegarán a muchos más sitios con su nuevo sello discográfico, por lo que espero que en los siguientes trabajos sigan puliendo su sonido para sonar más a Lancer y menos a Hammerfall-Helloween-Edguy, hasta entonces, desgraciadamente, se quedan en un buen entretenimiento.
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