¡Por fin llegó
el gran día! El sábado 14 de mayo, después de tres largos años de espera ya
casi insufribles para servidora, Alberto Rionda con su Alquimia, formada por
Israel Ramos, Rubén Lanuza, Chez García y Leo Duarte, por primera vez visitaba Zaragoza.
Con el
Centro Cívico Delicias bastante lleno (calculo que había unas 200 personas),
unos minutos después de las diez de la noche empezaron a sonar las vibrantes
notas de teclado de Espiritual, tema que durante esta gira abre las dos horas
de show. Un concierto inolvidable y con un setlist para todos los gustos que
incluye tanto los temas de los dos discos de Alquimia, como las canciones más antiguas,
tan queridas por los fans de la época de Avalanch.
El sonido en la sala zaragozana no es el mejor del mundo, a pesar de los esfuerzos
de los técnicos (eso sí, chapó para el responsable de la iluminación), pero os
aseguro que cuando Alquimia despliega su magia, no hay nada que le impida triunfar.
Esta vez (ilusa de mi) decidí
quedarme algo más alejada de las primeras filas para así poder observar mejor
lo que está pasando y disfrutar del mejor sonido, pero ¡al tercer tema ya
estuve saltando y cantando pegada al escenario! (Mil perdones al chico situado detrás
de mi que se llevó más que un pisotón, aunque deduciendo por su cara de felicidad,
no parecía importarle mucho). De hecho, conforme progresaba el concierto, el
imán de Alquimia funcionaba con más y más fuerza y después de Caballero Blanco
y Dama Oscura, con las primeras notas de Divina Providencia la cosa ya parecía
un concierto heavy como Wotan manda, con el público totalmente entregado y
cantando a pleno pulmón (salvo algunas excepciones, pero de estas os hablaré
más tarde). Llegaba turno de Sol Negro y Vulnerable, con Israel animándonos a
cantar, Rubén corriendo de un lado del escenario al otro sin parar, Chez con su
gran sonrisa demostrando una vez más una maestría con el teclado que siempre me
deja boquiabierta y el gran Leo a quien por razones obvias se ve algo menos,
pero que es un mago de las baquetas como pocos en este país. Y no, no me olvido
de Alberto, pero no sé qué podría decir sobre él que no se había dicho ya… Lo
único que se me ocurre es que su personalidad, aunque más calmada que la del resto de grupo, es tan magnética que es casi imposible
dejar de mirar a sus dedos bailando sobre el mástil de la guitarra. Cosa
que con más fuerza me ocurrió durante Claro de Luna con un solo que
transporta el alma a otras dimensiones… (He de decir que me encantan los momentos de fusión entre la música clásica y el metal, y de estos Alquimia tiene unos cuantos).
Turno para
La Flor en el Hielo y ¡por fin llegó el momento para la tan esperada siempre y tan
querida Xana! Israel nos hizo un examen de canto y conocimiento de la letra, el
cual creo que se pudo dar por aprobado deduciendo por las caras de Alberto y
el resto del grupo. Del público ya ni os hablo ¡locura absoluta se desató ahí
abajo del escenario! Y más viendo a Chez
con una divertidísima máscara de cat(wo)man haciendo la vez de un disfraz de
diablo y de la cual el mismo teclista se reía más que nadie. La cosa seguía con
Aliento y una delicia para los fans más longevos: Delirios de Grandeza,
recibidos con una gran ovación. Un momento de calma con absolutamente mágico
solo de Alberto en Santa Bárbara y con El Ocaso De Los Dioses se acercaba el
fin de la primera parte del concierto.
Después de
un breve descanso llegaba el momento más emotivo de toda la noche y muy especial
para los aragoneses. Alberto, ya con su guitarra española en las manos, nos
conto que gran parte de la familia alquimista es de Zaragoza y que Alquimia no sería lo mismo sin la gran labor
de los artistas gráficos Luís y Rómulo Royo y el manager del grupo, Antonio
Sediles, entre otros. Tampoco se olvidó Alberto de los responsables de la parte
técnica del espectáculo, nombrándoles a todos y pidiendo tan merecido aplauso
para ellos. ¡Muy grande el gesto!
Acto seguido
pudimos disfrutar de la parte acústica del concierto con El Príncipe Feliz y Cambarral,
recibidos con un gran aplauso por el público y que una vez más nos hizo volar
guiados por la potente voz de Israel. Se
acercaba el inevitable final... Pero no sin que Alberto vuelva a
acariciar a su hasta hace poco casi inseparable “novia”, la magnífica Ibanez
blanca, para darnos otra clase magistral en Sacrificio, seguido por Torquemada con
el absolutamente fantástico Leo dándolo todo en los dos temas quizás más cañeros
de todo el repertorio de la banda. También hubo tiempo para la
competición entre las dos partes del público, dividido y animado por sonriente Alberto a
gritar más y más fuerte (menos mal que las crónicas en La Poza se escribe y no
cuenta a viva voz, porque hubierais tenido que esperar unos días hasta que
pueda hablar). Y con Almas Unidas terminaron las dos horas de magia, de
despliegue de simpatía por parte del grupo y disfrute del público entregado con cuerpo y
alma a su querida banda. Pero antes de quedarse vacío el escenario pudimos ver el grupo abrazado y unido en un divertidísimo baile al son de Always Look At The Bright Side of Life, cosa que nos hizo abandonar la sala con grandes sonrisas.¡Gracias ALQUIMIA, espero volver a veros pronto!
Para
terminar me gustaría destacar dos cosas, totalmente opuestas:
1.
-La enorme calidad humana de los componentes de Alquimia, grandes
músicos y grandes personas. Se les ve disfrutar de lo que hacen, tanto en el escenario
como fuera de él. Con la paciencia infinita, siempre sonriendo, siempre
teniendo palabras amables para sus fans, siempre dedicándoles tiempo. Creedme
que casi me salen lágrimas mientras lo escribo.
2.
-Y la otra parte del asunto: aquí también me salen lágrimas, pero de rabia,
rabia que llevamos dentro varias personas y que va en aumento… Rabia que nos
provocan dos tipos de gente que encontramos entre el público: la primera al
que yo llamo “conos”, plantados entre las primeras filas sin moverse ni por un
segundo, incapaces incluso de mover los brazos cuando lo piden los músicos,
incapaces de aplaudir, de disfrutar e impidiendo a disfrutar a los que queremos saltar y
bailar, porque ¡no se te ocurra rozar a un cono! Y puedes dar las gracias si no
graba todo el concierto con el móvil, porque entonces ya ni te puedes mover, ni
tampoco ves nada… "Querido" cono ¡si no
quieres que te molesten, ponte detrás, ahí incluso podrás sentarte y disfrutar a tu modo chill-out!
Pero los “conos” aún no son nada comparados con lo peor que te puede tocar en una
sala: con los sinvergúenzas maleducados, capaces de contarse un capítulo de Juego de Tronos
durante el solo de Alberto Rionda en el Claro de Luna, por ejemplo. ¡Os juro que por unos segundos tuve ganas de matar! Y lo peor es que cada día hay más
gentuza así. Tenemos que hacer algo con esto, tenemos que actuar, porque dentro
de poco se nos comerán esos seres deplorables. Al fin y al cabo, unidos pod…esto, la unión
hace fuerza. ¿Algunas ideas?
Totalmente de acuerdo con lo de los conos, que se pongan atrás y dejen a los verdaderos fans disfrutar de la banda más cerca.
ResponderEliminarEnhorabuena por la crónica. Se ve que hay pasión y viviste el concierto como se merece. Yo no pude estar y he disfrutado leyendo esto.
ResponderEliminarSobre los conos, jajaj, no se puede hacer nada. Creo que cada uno vive la música de una forma. Si hay conos... habrá que convivir con ellos. Pero lo de la gente que se pone a hablar en medio de un concierto, estoy totalmente de acuerdo! Es una falta de respeto brutal, tanto a la gente que está encima del escenario, como a la gente que ha pagado su entrada para escuchar música. Yo lo que he hecho es pedir un poco de silencio con educación, pero vamos, ni aun así...
Muchas gracias por tu comentario, me hace muchísima ilusión saber que lo que escribo trasmite algo a otras personas. Un saludo!
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