Crónica: Leprous en sala Caracol (Madrid)

Un puto reloj suizo, o noruego, o yo qué sé. Precisos como su puta madre, eso son Leprous en directo. El pasado viernes se presentaba en la mítica sala Caracol de Madrid una de las bandas más interesantes del metal progresivo actual. Una banda que, con solo 4 álbumes de estudio, ya se ha hecho con un nombre muy respetado en el panorama metalero actual a base de buenos trabajos y un directo sencillamente brutal.

El pasado viernes volvían a la capital tras su visita a la sala Lemon del 2013 cuando presentaron Coal y fue un exitazo. Venían acompañados de dos paisanos suyos, Rendezvous Point, de estilo muy parecido al suyo, y Sphere, con un estilo más cercano al djent metal de Meshuggah para una variada noche de metal progresivo.


Servidor llegó tarde, todo el día viajando y muerto de hambre, me paré en el bar de en frente para no desfallecer. El pincho de tortilla y la tapa que acompañó a la caña superaron mis expectativas y me perdí el show de Rendezvous Point, pero el chaval de +Progstureo España  me dijo que estuvieron guays y yo le creo. Cuando entré en la sala y me encontré con mi gente, estaba cerca de empezar el show de Sphere (habría jurado que el orden de los grupos invitados era al revés, pero me alegré, pues me interesaban más estos). Total, puntualidad total, como de costumbre en los shows de esta promotora, a las 20:20 salían a escena Sphere con su djent metal y la primera palabra que se me venía a la cabeza era "Meshuggah", está claro que los suecos son una de las mayores influencias sobre Sphere, ya que hasta los gestos de Isak Haugan (vocalista) me recordaban enormemente a los del gran Jens Kidman, solo le faltaba su mítica mueca. A base de riffs cañeros y aplastantes, tenían a buena parte de la sala cabeceando con fuerza, era difícil no dejarse llevar por los pesados ritmos de la banda noruega, que presentaba su único LP, Primordial de 2013 que han reeditado este año. Me llamó la atención la precisión con la que ejecutaban los temas y el buen hacer del guitarrista Marius Strand con las voces limpias, aunque fue de más a menos, pero imagino que no es fácil tocar una guitarra de 8 cuerdas y entonar un estribillo a la vez. Bien los Sphere, cumpliendo el objetivo de caldear el ambiente previo al show de Leprous.

Y finalmente era la hora de asistir a un CONCIERTAZO. Lo que hicieron Leprous en la sala Caracol (que estaba casi al 100%, rozando el sold out) fue descomunal. A las 21:30 se abría el telón y arrancaban con The Flood de su último disco The Congregation, interpretada con una precisión y una fuerza impresionantes y uno ya andaba con los pelos de punta pese a que, como nos advirtió el chico de la promotora, Einar iba algo justo de voz, pero se defendió bastante bien frente a la dificultad de entonar los temas de Leprous. Foe, Third Law, Chronic y la soberbia Rewind iban cayendo casi sin parar mostrando una banda muy compenetrada y con hambre, mucha hambre. Tal vez por eso no paraban ni a presentar los temas, un 'thank you' y a seguir, pum, pum pum, sin parar. Momento mágico cuando caía The Cloak, uno de mis temas favoritos de la banda, tal vez porque fue el que me enganchó a ellos o porque me siento identificado con ciertas partes de la letra. Una cosa que tiene la banda es que, dentro de su elegancia total, transmiten muchísima fuerza en directo, moviéndose sin parar y liderados por un Einar imponente como frontman pese a pasarse la mayor parte del concierto tras el teclado. Tras ello, rescataron un tema de su Bilateral de 2011, Acquired Taste, para volver a The Congregation, que ocupó casi todo el setlist. Red, Slave, el single The Price, Moon y Down, iban cayendo sin parar frente a un público entregado a la fuerza de esta banda noruega que está sorprendiendo a muchísima gente dentro del progresivo. The Valley, que ya es un clásico de la banda, dejaba paso al 'bis', para el que reservaron Forced Entry, con la cual cerraron de forma brutal una hora y media mágica.

Ver a Leprous en directo es una experiencia fantástica. Estamos hablando de una banda joven, que se encuentra en su mejor momento y que lo deja todo sobre las tablas. Pese a ser un de estilo tranquilito, no paran quietos, dando una sensación de fuerza total. Si tenéis ocasión de verlos, no lo dudéis, no os defraudarán ni de puta coña.

Tras el show, tocaba ir a descansar pronto, puesto que al día siguiente nos esperaba una tarde/noche de Thrash metal con los Annihilator de Jeff Waters.

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