Crónica por @JoseMena93, el mayor fan de AC/DC que he podido conocer.
Madrid, día 31 de mayo de 2015. Mi oportunidad para despedirme de AC/DC había llegado. 5 horas y media de cola al sol hizo un servidor para lograr ponerse en primera fila en la esquina junto a la pasarela, en el Estadio Vicente Calderón, que acabó repleto como ya sabemos. No me creía que estuviese allí, en el punto más cercano a la mejor banda en directo, era un sueño que no me creía hasta que quedaban cinco minutos para la intro…
Madrid, día 31 de mayo de 2015. Mi oportunidad para despedirme de AC/DC había llegado. 5 horas y media de cola al sol hizo un servidor para lograr ponerse en primera fila en la esquina junto a la pasarela, en el Estadio Vicente Calderón, que acabó repleto como ya sabemos. No me creía que estuviese allí, en el punto más cercano a la mejor banda en directo, era un sueño que no me creía hasta que quedaban cinco minutos para la intro…
Un meteorito en
la pantalla sale disparado, atacando de nervios al público, y en
cuanto impactó una llamarada brutal recubrió el escenario y allí
estaban otra vez, después de verlos hace 5 años, Rock or bust
abría el espectáculo más grande del rock. La emoción era
demasiado enorme y aumentó cuando Brian Johnson nos saludó y Angus
Young tocó las primeras notas de Shoot to thrill, y al hacer
el primer “duck walk” de la noche… ¡todos a botar como locos!
Brian se oponía a sus 67 años y lograba dar la nota con esfuerzo y
sudor, muy admirable a su edad. Hell ain’t a bad place to be
sigue el concierto con ese sonido tan potente inimaginable que solo
se puede conocer viviéndolo, Stevie Young hacía un grandísimo
trabajo en la guitarra rítmica, incluso al mirarlo me recordaba a
Malcolm, esa expresión al corear… solo le faltaba el pelo largo y
golpear con más brutalidad las cuerdas, sin duda es el mejor
sustituto para su tío. Back in black suena increíble, con un
Angus juguetón con las piernas durante el riff posterior al tercer
estribillo. Llega el segundo tema del disco reciente, Play ball,
muy nítido y vacilón, pero la multitud se vuelve más loca
saltando y gritando Dirty deeds done dirt cheap. Gran momento
cuando Brian le acerca el micrófono a Angus para que pronuncie: “but
you ain’t got the guts”. El viejo escolar se quita la chaqueta y
nos sorprende con Thunderstruck, haciendo el “duck walk”
durante el solo de guitarra, indiscutiblemente uno de los mejores
momentos de la noche, con Chris Slade golpeando la batería
contundente y Cliff Williams tocando su bajo con ese sonido tan
sólido. Un clasicazo como High Voltage siempre es bienvenido,
gran forma de celebrar el 40 aniversario con el tema título del
primer álbum, y nos encantó Brian interactuando con el público con
sus “give me high…” mientras Angus nos hacía su gesto peculiar
de poner la oreja para hacernos gritar. En ese momento mi ídolo de
la guitarra me miró a los ojos y… y… y…
La campana del infierno desciende, y en cuando menos nos lo esperamos suenan las primeras notas de Hells Bells, todo un himno de la banda. Quiero destacar que me gustó mucho que a la campana le añadieran una segunda cuerda que la hiciese “repicar” durante todo el tema, simplemente apoteósico. También decir que hubiese estado bien que Brian anunciase algún tema como solía hacer, Baptism by fire hubiera sido ideal para eso, muy bien sonó este tema del reciente disco por cierto. You shook me all night long es otro de los estribillos protagonistas de la noche, uno de los momentos más maravillosos sin duda que en ningún concierto de los australianos falta ni debe faltar.
Mi mayor sueño
para un próximo concierto de AC/DC era escuchar por primera vez un
tema del álbum Powerage en directo, y que afortunado me siento,
tocaron Sin City, mi favorita de ese disco, la disfruté como un niño
muy feliz. Impresionante el pataleo de Angus tras la parte tranquila
posterior al solo, gracias por esta canción. Shot down in flames es
otro tema de puro salto y canto que no importa repetirlo, pura
energía y adrenalina. Aquí llega otro momentazo porque recuperan
Have a drink on me, gran clásico del álbum Back in black que no
tocaban desde la gira de 1985, todo un lujo que un joven como yo la
disfrutase en directo. Me asombro los dos primeros versos tan agudos
que Brian cantó, ¡cómo actúa este hombre pese a su edad! Aparte
destacaba su carisma mirando a un fan y haciendo un gesto simpático
simulando beber de un vaso. Hay que decir que para que un concierto
mejore es muy importante transmitir a los fans no solo con la actitud
al tocar o cantar, sino mirándoles a los ojos, mostrando simpatía e
interactuando continuamente, y AC/DC también tiene este carácter de
cercanía con el público y humildad.
T.N.T. suena
brutal, con Angus al micro cantando “Oi! Oi! Oi! Oi!...”
aprovecho para decir que algo muy característico de este escenario
es su variado juego de luces, muy distintos en cada tema, aunque
supongo que ese aspecto lo apreciarían mejor la gente que estaba más
atrás. Pero un servidor seguía disfrutando del huracán de
decibeles en primera fila y estalla con Whole lotta Rosie, con su
riff demoledor, y la muñeca hinchable gigante allí llena de
billetes por su voluminoso cuerpo y con un sombrero. La muchedumbre
gritaba el nombre de “Angus” entre cada riff del principio, pero
de las cuatro veces yo le dediqué las dos últimas a “Malcolm”.
Nadie me oyó supongo, pero desde el principio yo iba con la
intención no solo de disfrutar al máximo el concierto, sino de
hacer homenaje a Malcolm Young, que aunque no estuviese físicamente
allí yo lo sentía en sus riffs, al igual que a Bon Scott cuyas
letras estaban allí también. Rosie se desinfla, asciende la
pasarela y… pam, pam, pampampampam… El tema preferido del líder
de la banda australiana, Let there be rock, invade el estadio. Los
solos de guitarra saben a gloria y Angus cruza la pasarela cuando le
toca e interactúa con el público desde la plataforma a través de
su guitarra. Sube la plataforma y sin esperarlo (el momento me
refiero) Angus se lanza de espaldas dando vueltas por el suelo sin
dejar de golpear agresivamente las cuerdas de su Gibson SG al tiempo
que se dispara un confeti asombroso. Baja la plataforma y regresa al
escenario con sus compañeros y amigos de la banda para tocar el
tercer solo de este clásico. Después aparece detrás de la hilera
de Marshalls ascendiendo por otra plataforma. Como siempre juguetea
con el público durante su largo solo, y se pudo apreciar que más o
menos aún conserva su nivel como guitarrista. Tras estas
interacciones desciende por una plataforma por el otro lado y aparece
de nuevo abajo en el escenario con los demás dando final a la
canción. Se retiran, pero ya sabemos que este no es el último tema
del setlist…
Mi ídolo vuelve
a surgir por otra plataforma en frente de la pasarela entre una
humareda, sin camisa y con unos cuernos rojos en la cabeza. Highway
to hell fue el estribillo de la noche, el más bestial, el más
potente, el más grande, en el cual los espectadores se volvieron más
locos, unas enormes llamaradas acompañaban dicho tema. Angus despide
la canción con su gesto propio de los cuernos. Y no hay mejor opción
que For those about to rock (we salute you) para terminar un
concierto, fue lo más emocionante, casi llorando pronunciando los
últimos “we salute you”, pero me fui demasiado feliz, porque
conseguí la oportunidad de despedirme de la mejor banda en directo y
de hacer homenaje a Malcolm. Estallan los últimos fuegos
artificiales y tras el último acorde veo a Angus irse y luego a
Brian. Aquellas dos horas fueron las mejores de mi vida junto a las
otras dos horas que ya viví en la noche del 26 de junio de 2010 en
el Estadio La Cartuja de Sevilla con la misma banda. Gracias Malcolm.
¡Gracias por todo AC/DC!
Nunca olvidaré esta experiencia que la llevo conmigo de por vida. Las mejores dos horas de mi vida junto a las dos que ya viví en Sevilla en 2010 con ellos, con la formación al completo.
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